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jueves, 26 de abril de 2012


Vientos, nubes y aguas
Leyendas de Tierra del  Fuego- de Arnoldo Canclini

La gran reunión del principio
En aquellos tiempos cuando todo ya existía, pero aún todo debía existir, se reunieron los vientos. Hablamos de los vientos porque todos los días se ensañan contra nuestro cuerpo y nuestras chozas, pero en realidad allí se reunieron los Haiyen, las cunas de los vientos, aquellas regiones lejanas y abstractas de donde salieron no solo los vientos, sino que todo lo hoy se ve, pero que está en el mundo. Los cuatro que participaban de aquella asamblea se llamaban Wintek, Kenenik, Kamuk y Kreikut, o sea Este, Oeste, Norte y Sur. Nada ha sido más importante que aquel encuentro antes que existiera el tiempo, porque entre ellos decidieron todo lo que habría de ser después.
Nadie presidía. Nadie tenía más autoridad que otro ni daba instrucciones, Todo fue produciéndose como era natural que se produjera. Las voces no eran sonoras, pero tenían una claridad total, aunque luego dieran lugar a disensos, luchas y dispersiones. Las cosas fueron más o menos así:
-Wintek, tú serás el Este. Si miramos hacia allá lo que se ve es el mar, las grandes olas, que siempre rugen y que, con una marea aplastante, se meten sobre la tierra, como si hubiera una gran olla hirviendo. Su viento será el más temible y traerá tormentas, que asustarán a los hombres, cuando haya hombres y, si ellos se enojan demasiado, sonará el trueno. Ellos te mirarán con temor, tratando de descubrir la cordillera alta e invisible, de montes traicioneros y resbaladizos a los que nadie ha llegado. Bien, es cierto que hay una excepción: en medio de la bruma se distingue una roca en medio de las olas, la única tierra de tu haiyen, que después se llamará Jaius e Isla de los Estados. Pero nadie vivirá nunca en ella.
El este no dijo nada, porque en realidad entonces y allí, nadie decía nada, pero comprendió que aún faltaba lo más importante. 
-También serás morada de Timaukel, como llamaremos a los cielos. Así como nadie sabe no dónde empiezan ni dónde acaban, tampoco nadie sabe cuál es su origen y su fin, su inicio y su conclusión. No hay nada como él, porque es espíritu, sólo espíritu. Por eso, no tiene ni mujer, ni hijos, ni amigos. Claro está, tampoco tiene necesidades, porque sólo los seres materiales las tienen. Vive solo, pues nadie lo hizo ni él hizo a nadie. Los hombres no lo conocen ni él conoce a los hombres porque no puede preocuparse por ellos. Sólo sabemos que está allá. 
Fue entonces el turno del Oeste, el que se llamaba Kenenik. Se sentía muy ufano de sí mismo, porque era quizás el más hermoso de todos. Como era la morada de Shemu, el viento, desde su lejana cordillera soplaba más persistente  que todos los demás. Los restantes eran sólo remedos, porque Viento vivía realmente en el Oeste. Pero aún más importante era que también residía allí Krren, el Sol. Todos los días iba a reposar a su morada, a veces por demasiadas horas. Krren era beneficioso, pero a la vez era terrible y el Oeste lo albergaba orgulloso de su poder. 
-Kreikut, te llamaras "Sur" y allí vivirá Krah, la Luna.
Tal vez el sur no quedó feliz.¿La Luna?¿Alguien tan horrendo y cruel? Pero se calmó, cuando supo que Luna no estaría sola. Tendría en su seno a dos hermanos. Uno era Nieve, que tanto luchaba contra los hombres cuando debían viajar o cazar. Y el otro era Lechuza, hermano de Nieve, que siempre saludaba a  Luna, salvo cuando iba a esconderse tras sus montañas. Pero aún más feliz se sintió cuando fue a residir allí Arcoiris, que era hermano de Lluvia y de Nieve. En realidad, él solía irse a los otros cielos y provocaban tormentas: la de viento era del Oeste, la de nieve era de Sur, la de lluvia del Norte y la del Este era un torbellino que los unía a todos.




-Tu cordillera también será resbaladiza- se dijo a Kemuk, el norte-. Los hombres no llegarán hasta allá, porque tendrán temor: son muchos los que se han terminado con el cuello roto tratando de traspasarlas. Servirás de hogar a dos grandes hermanos. Uno será Knox, el Mar, que desde allí bajará al Este. El otro será Chalu, la Lluvia. Y también vivirá allí Telil, el Flamenco, para dar un poco de alegría con su color rojizo, que lo distingue en medio de las llanuras de tierra y agua, opacas y monótonas.
Así quedó distribuido el mundo: la tierra abajo y los cielos arriba. Cuando los hombres morían, sus almas volaban hacia allá para reunirse con las fuerzas del universo, aunque nadie sabía mucho de eso ni era tema de conversación. Desde allá también venían las fuerzas espirituales que daban poder a los hechiceros, su waiuwin. Cuando entraban en trance, luchaban con su propio espíritu para que trepara por aquellas montañas místicas. 
Pero ni los hombres, ni los astros, ni los vientos, ni los animales podían vivir solos. Casarse era la norma. Sin embargo, para mantener el equilibrio debían hacerlo con los de otro haiyen, del mismo modo que los hombres siempre buscaban mujer en un haruwen distinto al suyo. Por eso, aquéllos también iban a buscar su consorte en otro viento. Por ejemplo, el Sol -que era del Oeste- se casó con Luna, que era del Sur. Nieve era el marido de Lluvia, uniéndose el Sur con el Norte. Y así todo lo demás.
También las estaciones venían desde distintas direcciones: el otoño del Oeste, el invierno del Sur, la primavera y el verano del Norte. ¿Y el Este? Ah, el Este las reunía a todas, como si él fuera el tiempo mismo. (Algo similar pasaba con los colores que los indios usaban para pintarse: el rojo del atardecer era del Oeste, el Blanco de la Nieve era del Sur y el negro era el mar del norte). El Este era demasiado misterioso para que se lo pudiera pintar.
Pero todo ello no trajo la paz. Desde el principio comenzaron las disensiones, que explican por qué el universo es tan tumultuoso.
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lunes, 23 de abril de 2012



¿Porqué se eligió al 19 de Abril como día del Indio Americano?

Ese día se realizó en México el primer congreso Indigenista Interamericano del cual participaron representantes de las poblaciones autóctonas de toda América.
Allí se elaboró un documento que creó el Instituto Indigenista Interamericano, con sede en la ciudad de México y dependiente de la OEA. Nuestro país adhirió al documento de Patzcuaro mediante el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7550 en 1945, e instituyó el 19 de abril como día del indio americano.

¿Cual es la realidad de los Aborígenes en Chubut?
En nuestra provincia existen dos pueblos originarios, Mapuches y Aoniken`k Tehuelches. Se podría especificar que los porcentajes de población ascienden a 60 % de Mapuches y 40 % de Tehuelches. Actualmente esa población está homogeneizada en una, siendo el pueblo mapuche el que por distintos factores conserva en las comunidades bien arraigadas, sus costumbres más ancestrales.
A través de un cálculo arrojado por los dirigentes de las comunidades, en la provincia existen casi 70.000 mapuches-tehuelches, casi el 16 % del total de habitantes. Un porcentaje menor se encuentra diseminado en la zona rural y la gran mayoría en los centros más urbanizados de la provincia.
Los dones étnicos de la nación.


Identidades huarpe y modos de producción de soberanía en Argentina.

Diego Escolar.



En su libro Los dones étnicos de la Nación, Diego Escolar, propone el análisis de las identidades desde una perspectiva mas amplia, para analizar en la larga y corta duración la cultura huarpe.

Proponiendo investigar la re- articulación política y vivencial de pertenencias desde la etnografía y situando este punto como foco de problematización. Es una revisión historiográfica desde la mirada antropológica, en la cual se pueden apreciar la recuperación de memorias y olvidos desde el discurso hegemónico. Y manifestar presencias y producciones subalternas que han sido desprestigiadas y estigmatizadas por procesos de construcción de hegemonía cultural. De este modo observa los procesos de etnogenesis del indígena, el descendiente y el huarpe, rescatando de los determinados momentos las heterogeneidades para la comprensión de dicho proceso.

Lo interesante de su trabajo es realizar un análisis desde la corta y la larga duración para poder observar las continuidades y discontinuidades identitaria dentro del análisis de “las emergencias étnicas”.

El objeto de Diego Escolar en este libro es explicar, como y por qué surgieron en Cuyo las identificaciones Huarpe. Su tesis expresa que el emergente huarpe deriva tanto de factores coyunturales (globales y locales) como de un doble proceso de larga duración.

En los primeros cuatro capítulos de su libro, analiza practicas cotidianas, representaciones y discursos.

En este libro se describe el ethos aborigen, el cual se encuentra representado por el baqueano, por las actividades del campo. El mostrar conocimientos en algo que los diferencie representa su ideología que es sobresalir en las cosas del campo. Donde el autor encuentra la continuidad es el hecho de que los baqueanos mantengan circuitos a los cuales denominan “casas” refleja una continuidad como refugio o vivienda por parte de arrieros, cazadores o pastores seminómadas. Esto refleja parte de su identidad y también puede observarse en los petroglifos los cuales son tomados como marcas o firmas. Los indios son asimilados a arrieros y baqueanos por su actividad de subsistencia y a la vez de invisibilización por deslocalización.

También se fue construyendo a causa de las momias encontradas en la zona y del estudio arqueológico una historia hegemónica sobre el pasado aborigen, en el cual su pasado, su cultura y sus prácticas quedaban enterrados junto a ellas. Esta perspectiva evoca una discontinuidad cultural con los aborígenes del pasado.

Sin embargo en esta investigación se demuestra que los sentidos producidos son en general los de continuidad y no de ruptura con el pasado aborigen.

También se analiza la apariencia visible, y una contradicción dentro de los mismos grupos en donde se ve cierto prejuicio por los huarpe urbanos, por el hecho de no estar en el territorio que a ellos les da orgullo, el campo. Por lo tanto los huarpe urbanos quienes son los que han dado inicio a las protestas sociales desde las ciudades son considerados por ellos mismos, “menos huarpe”.

Obviamente también se ve reflejada la discriminación por el aspecto huarpe, tener “cara de indio” y gran intención de esconder su propia ascendencia aborigen, sobre todo se puede ver en la clase media y la burguesía Sanjuanina. Otros ven en la identidad indígena un riesgo, e intentan borrar esas marcas indígenas. Como también a la inversa, quienes se adscriben al grupo huarpe aun no teniendo los rasgos fenotípicos. Lo que se demuestra es que los rasgos fenotípicos son sumamente ambiguos, y puede incluir al mestizo, al indio, al criollo. Considerando el contexto discursivo e histórico del blanqueamiento, puede sugerirse que son precisamente las matrices argumentativas de la asimilación no hibrida de indios en blancos, lo que favorece al emergente huarpe.

Deja para los últimos tres capítulos el proceso histórico de etnogenesis, dividido en tres periodos:

1830-1860: Asociado a Montoneras. En el se muestran las interpelaciones huarpe en Sarmiento. Sarmiento actuando no como intelectual sino como constructor de soberanía y de ese modo justificando la exclusión política de los subalternos. Se evidencia contradicción en sus escritos ya que no solo los subalternos han construido memorias a partir de las imágenes huarpe, sino que las elites locales también encontraron en ellas un argumento legítimo de soberanía y construcción de la épica civilizatoria provincial. Sin embargo las adscripciones huarpe pasa a ser el elemento central del discurso que legitima la represión a montoneras.

1920-1940: Populismos cuyanos, incorporación política y ciudadana de los sectores subalternos. Creación de un proletariado rural formada básicamente de población subalterna. Los movimientos populistas cuyanos y la posterior reacción, estimulo el campo intelectual local para re-pensar y re presentar la sociedad y cultura provinciales.

Lo indígena será asociado a prácticas rurales y posiciones sociales baja, inadaptación a la modernidad, al control estatal, el desarrollo, el trabajo asalariado y la dependencia del consumo masivo.

1990: desincorporacion de la fuerza de trabajo, crisis, Estado de Bienestar. Hegemonía neoliberal. Si el estado no cumple su pacto de incorporación, ciertos sectores recuperando las fantasmagorías indígenas de la construcción de soberanía y ciudadanía previas al pacto hegemónico de reciprocidad estatal, pudieron volver a identificarse como huarpe o indios. Se quiebra la expectativa de contención económica, mediación política y protección social.



La Historiografía y etnografía tradicional del siglo XVI y XVII presenta la extinción, aculturación y miscegenación biológica. Las conquistas al interior de amplias regiones y varias militarizaciones reprimieron intentando transformar a estas zonas “libre de indios”. Hacia 1950, siglo XX, las clases subalternas comienzan a ser incorporadas a la vida política como sujetos de derecho. En este último periodo es donde el autor propone la etnogenesis huarpe, gestándose un intercambio étnico en la disputa por la soberanía y la formación de comunidades imaginadas nacionales y provinciales.

En primer termino para analizar las identidades indígenas “emergentes”, grupos que tienen un proceso de formación de conciencia, el autor tiene en cuenta el contexto histórico oficial en el cual se pronuncia la inexistencia de indios y dentro del cual se va preservando la identidad huarpe. Esta agencia histórica comienza a entrar en tensión con los factores políticos y sociales, como van a ser los sentimientos de pertenencia, otros ecos de historias mas informales y la formación de nuevos grupos étnicos, que a su vez entraran en contradicción y producirán un nueva historiografía, etnografía y literatura, serán las voces subalternas. Buen ejemplo de esto será cuando habla de despoblamiento indígena en el siglo XVIII, en realidad en su mirada valora la estrategia indígena para evitar el tributo y la mita, el lo llama genocidio estadístico, ya que los indígenas solo desaparecen de las estadísticas censales pero no del territorio.

Su cultura, sus valores y representaciones, sus modos de actuar van a permanecer con ellos, y son los que definen la identidad por más que se entrelacen con otros grupos étnicos. Aquí lo que surge es el problema de la aculturación, la imposibilidad de establecer una línea de base como desaparición de cultura.

En segundo termino para el área de estudio de su investigación que engloba a San Juan y Mendoza va a contar con conceptos analíticos de diversos y conocidos autores en sus análisis.

De Fredrik Barth, toma los “límites étnicos”, para decir que los huarpe se auto adscribieron o fueron adscriptos, es decir tenían practicas que los distinguían étnicamente pese al cambio sociocultural.

De Sturtevant toma la “etnogenesis” para hablar del establecimiento de la distintividad grupal, ósea la creación de identidades persistentes en contextos de radicales cambios y discontinuidades. La etnogenesis puede ser material o simbólica o de base demográfica por fisión o fusión (Albers) o por expansión o condensación (Whitten).

Ejemplo de esto es cuando distintos colectivos pueden incorporarse a otra categoría como los reche mapuche entre los siglos XVI y XVII. Adscriptos a una categoría pueden subdividirse en varias.

De Foucault, las tecnologías del yo. El Estado constituye su soberanía y sus sujetos en sentido político y fenomenológico. Las tecnologías del yo son disciplinas de subjetivación, creación de identidad, autoconciencia y consentimiento de los individuos.

En tercer termino, la base de la lectura del emergente indígena parece descansar en cuatro perspectivas generales, que reaccionaron contra las viejas nociones del grupo étnico como unidades totales y aisladas.

1)-Lógica interaccionista: Indica que la definición, adscripción y conciencia de la diferencia ente otro y un nosotros se produce para y por el intercambio social y no a raíz del aislamiento (Barth, 1976)

La conciencia se da cuando se produce una fricción interétnica en situaciones de fronteras de diversos grupos.

2)-Producción de diversidad étnica como resultado de la colonización y la incorporación de poblaciones en sistemas económicos y políticos globales que incluyen formas de clasificación de poblaciones de acuerdo a matrices económicos y políticos.

3)-Articulación étnica entre grupos de interés que pugnan por recursos, derechos y otras prestaciones por parte del estado regulador o proveedor.

Por ultimo, el objetivo del autor es que se comprenda que la etnogenesis huarpe tiene una larga historia de luchas, diálogos y escenificaciones que aunque se nutre de coyunturas, las excede largamente.

En este punto se hace mención a la teoría de la incorporación, donde el actor principal es el estado quien ejerce el control estatal. Este control puede ser negativo, por coerción o coacción, o positivo basado en la extensión de servicios y derechos.

Se pretende un reconocimiento, una categorización por parte del estado.

4)-Procesos de Nation-Building o los “Preceptos del Nacionalismo”, particularismos étnicos.

Lo que se explica es como se mantiene la auto adscripción huarpe, esto que se manifiesta en Cuyo desde el siglo XIX, puede ser rastreado en la producción discursiva de las elites regionales y también en grupos subalternos. Mediante el análisis se aborda la emergencia huarpe en los últimos años del siglo XX en relación con los procesos de etnogenesis huarpe desde la formación del estado moderno hay indicios de grupos de campesinos, proletarios y medieros rurales de identificaciones y memorias huarpe. Esto en relación con la soberanía y subjetividad en Cuyo durante la formación y construcción del Estado moderno, paralelamente con momentos de emergencia de identificaciones y demandas huarpe dentro de largos periodos de invisibilidad. Lo que demuestra una oposición al discurso hegemónico, incorporados en la literatura, historiografía, etnografía, arqueología, etnología, folkloristas y viajeros.

Este grupo étnico ha mantenido una fuerte vigencia, que represente su sentimiento de pertenencia y devenir colectivo. El análisis de las prácticas culturales, las estructuras de parentesco, los rasgos fenotípicos y fenomíticos, territorialidades conforman el conjunto de una identidad aborigen. La emergencia huarpe esta habilitada por memorias colectivas de corta, media y larga duración. También estas memorias son apropiadas por grupos dominantes aun sin saberlo, para poder mantener fronteras sociológicas y legitimar lugares de poder.

Para el análisis de la etnogenesis el autor ve la dificultad que presenta tanto el esquema interaccionista y el modelo culturalista, no se verifican totalmente en el caso huarpe, sin embargo no dejan reobservarse características propias de ambos modelos.

Como expresa Barth, Los rasgos diacríticos cambian pero los límites persisten, en la medida en que propios y extraños siguen auto adscribiéndose y adscribiendo identidades y reinvistiendo simbólicamente rasgos diacríticos como emblemas de diferentes. Esto se ve en la contradicción con la desaparición aborigen, desafiado desde la activa producción/reproducción de nociones de raza, genero, cultura y territorio huarpe.

También el modelo culturalista mucho mas restrictivo. Presenta en la etnogenesis huarpe una paradoja barthiana, relativa continuidad de las marcas de aboriginalidad, en contraste, discontinuidad, inexistencia de límites étnicos.

Es decir, no podría hablarse de continuidad étnica si se analizan periodos de corta duración. Pero en caso de analizar desde la larga duración, se refleja claramente la continuidad de los sentidos étnicos. Se puede constatar que la ausencia de identificaciones étnicas, su invisibilización o la marcación étnica de colectivos sociales pueden constituir tanto estrategias de sometimiento como de resistencia. Esta ausencia de límites étnicos ha sido acompañada por duraderos consensos.

Se refleja entonces que la etnogénesis huarpe de los siglos XIX y XX, sufrió en términos simbólicos intercambios de dones étnicos en su lucha por la soberanía y la formación de comunidades imaginadas nacionales y provinciales.