EL POBLAMIENTO AMERICANO
Por: Julieta Gómez Otero
Hasta el presente las evidencias arqueológicas indican que América fue poblada por grupos de Homo sapiens sapiens que cruzaron el puente de tierra –actualmente inundado y conocido como estrecho de Bering- que unía Asia nororiental y Alaska en las épocas de máximo frío del Pleistoceno (llamado también Cuaternario o Era de los Glaciares). Sin embargo, no existe consenso sobre la antigüedad del primer ingreso al continente ni sobre si hubo una o varias oleadas de poblamiento y aun menos sobre las características biológicas de esos primigenios colonizadores. Algunos investigadores postulan que el poblamiento se dio durante el Pleistoceno, hace más de veinte mil años, y otros, que tuvo lugar en la transición Pleistoceno-Holoceno, hace unos 13 a 12 mil años. Por ello, en este apunte se presenta una síntesis sobre las diferentes teorías y abordajes que desde distintas disciplinas tratan de arrojar luz sobre la historia humana inicial del continente americano.
ANTIGÜEDAD Y VIAS DE POBLAMIENTO
El cruce del puente de Bering
El Pleistoceno o Cuaternario se caracterizó por la alternancia y periodicidad de glaciaciones (períodos de máximo frío) y deglaciaciones (períodos más cálidos). Desde su aparición sobre la faz de la Tierra , los homínidos enfrentaron dos docenas de glaciaciones seguidas de períodos interglaciarios. Durante las glaciaciones, el 5% del agua del planeta se congelaba y, en consecuencia, el nivel del mar descendía y el peso de los hielos producía por rebote el levantamiento de las tierras; de esta manera quedaban expuestas las plataformas continentales. En los interglaciares, al aumentar la temperatura, ese porcentaje de agua se licuaba, el nivel del mar ascendía e inundaba las tierras antes descubiertas. Acorde con esto, el puente de tierra de Bering sólo pudo haber quedado expuesto en las épocas de máximo frío y esta habría sido la condición básica para que América se poblara desde Asia por vía terrestre. ¿Pero cuándo pudieron haber pasado pasado los primeros hombres por este puente?
Varias de las especulaciones acerca de la época del primitivo ingreso se basan sobre las edades radiocarbónicas de distintos sitios de Patagonia, que demuestran que hace por lo menos 13 mil años –en época de la transición Pleistoceno-Holoceno- ya había cazadores-recolectores en el extremo austral de la región, tanto en lo que es hoy Argentina como Chile. El razonamiento que siguen algunos investigadores es el siguiente: si hacia esa época ya había habitantes en el sur de Patagonia y en Tierra del Fuego, y si se presume que el movimiento migratorio fue lento, la fecha de ingreso a Alaska debió ser varios milenios anterior.
Sin embargo, los sitios más confiables en América del Norte apenas superan la antigüedad de los sudamericanos. Sucede que, si bien es cierto que existen yacimientos que han sido datados entre 20 mil y 30 mil años, ninguno de ellos ha podido pasar con éxito la prueba de los tres criterios mínimos de confiabilidad:
1°) deben contener evidencias irrefutables de presencia humana, sean restos óseos humanos, como restos de alimentación o artefactos;
2°) deben estar incluidos en depósitos geológicos no disturbados y en posición estratigráfica por debajo de niveles bien documentados;
3°) deben presentar materiales que puedan ser datados mediante métodos radiométricos indiscutibles.
Para explicar esta contemporaneidad entre los sitios más antiguos del norte y sur de América, surgió una posición extrema: la de la migración rápida defendida por Paul Martin (1973). Martin sostiene que los primeros habitantes de América -que básicamente vivían de la caza de los grandes animales del Pleistoceno o megafauna- penetraron en el continente hacia el 12.000 A.P. y en apenas mil años llegaron al extremo sur, no sin antes extinguir 36 géneros de esos grandes mamíferos. Para elaborar esta teoría, Martin tuvo en cuenta que en varios sitios de esa época aparecieron restos de fauna extinta junto con evidencias de uso de armas arrojadizas, en este caso, puntas de proyectil medianas a grandes, sin pedúnculo. Algunas de estas puntas correspondían a industrias que fueron llamadas “Clovis” y “Folsom”. Varias críticas tuvo esta teoría. En primer lugar, para extinguir 36 géneros de megamamíferos la densidad poblacional de entonces debió haber sido considerablemente mayor que la que las evidencias arqueológicas muestran por el momento. Por otra parte, si los traslados de estos cazadores fueron tan rápidos, es difícil explicar cómo pudieron reconocer, discriminar y aprovechar los recursos de ambientes para ellos desconocidos. Un ejemplo serían los recursos líticos necesarios para la fabricación de sus utensilios. Según estudiosos del Cuaternario, encontrar fuentes de rocas y minerales sin el auxilio de mapas geológicos lleva gran cantidad de tiempo.
En las antípodas de esta teoría se encuentran Alan Bryan (1969) y Richard Mac Neish (1976) que defienden la hipótesis de la migración lenta, caracterizada por la ocupación paulatina de diferentes ambientes o nichos ecológicos a partir de la ampliación de los territorios de caza y recolección. Esto no significa que la meta de los primeros hombres haya sido llegar al sur, sino que el sur del continente fue ocupado al final del proceso, cuando ya otras latitudes estaban pobladas. Y si el extremo austral se habitó hace 13 mil años, se presume que el paso desde Siberia a Alaska tuvo lugar varios miles de años antes. Algunos investigadores postulan un ingreso a América hace 30 mil años, mientras que otros -más conservadores- ubican esa fecha en los 20 mil A.P.
¿Qué nos dicen los geólogos del Cuaternario al respecto? De acuerdo con sus estudios, hace aproximadamente 10 mil años, durante la transición Pleistoceno/Holoceno, la deglaciación inundó el puente de Bering separando definitivamente Asia de América. Anteriormente ese paso había sufrido otras inundaciones: entre el 35.000 y el 25.000 A.P. y entre el 14.000 A.P. y el 12.000 A.P. Esto implica que las probables fechas de ingreso a Alaska serían: antes del 35.000 A.P., entre el 25.000 y el 14.000 A.P. y entre el 12.000 y el 10.000 A.P. (ver Figura 1). Ahora bien, los datos arqueológicos actuales demuestran que recién hacia el 35.000 A.P. se poblaron las tierras siberianas cercanas a Bering. Esto significa que antes de esa fecha no había grupos humanos que pudieran haber cruzado el puente.
Recientemente, dos arqueólogos norteamericanos –Denis Stanford y Bruce Bradley- postularon una teoría muy diferente: hace 18 a 20 mil años América del Norte fue poblada por grupos que migraron desde Europa a través del Atlántico. Esta teoría se apoyó sobre el reconocimiento de similitudes morfológicas y tecnológicas entre utensilios de la llamada cultura Solutrense de Europa y utensilios de las industrias Clovis. No obstante, la mayoría de los arqueólogos la rechaza porque no hay pruebas de que los cazadores del Solutrense dispusieran de medios de navegación, porque esta cultura desapareció cinco mil años antes de que se desarrollaran las industrias Clovis, y por último, por la considerable distancia entre España y América del Norte.
El camino al sur
Durante los períodos en que el puente de Bering estaba emergido, el acceso desde Alaska hacia las tierras ubicadas al sur era imposible por vía terrestre. Esto se debía a que las bajísimas temperaturas imperantes propiciaban el crecimiento de dos grandes glaciares –el Cordillerano y el Laurentiano- localizados en lo que es hoy Canadá y el norte de Estados Unidos. Al crecer, terminaban uniéndose y formando un inmenso bloque de hielo (ver Figura 2). Sólo durante los interglaciares, el derretimiento de sus bordes abría un estrecho corredor que posibilitaba la conexión con los territorios al sur de los mismos. Los estudios paleoambientales indican que alrededor del 20.000 A.P. y durante varios milenios ese paso estuvo bloqueado. Antes y después, el tránsito por este corredor pudo haber sido posible; sin embargo, algunos autores advierten que la severidad del clima (fuertes vientos y extremo frío), la presencia de inmensos lagos de deshielo y una productividad primaria baja del medio, habrían dificultado enormemente la supervivencia de animales y hombres. En síntesis, lo cierto es que cuando se daban las condiciones para el paso desde Asia a Alaska, no se daban las que permitían avanzar hacia el sur, y viceversa: cuando el corredor estaba abierto, el paso de Bering estaba inundado (ver Figura 1). Lo concreto es que mil años antes de que se produjera el derretimiento definitivo de los dos glaciares en el norte de América, ya había humanos en la Patagonia austral. Por lo tanto, si la migración al sur fue lenta y por vía terreste, los antepasados de estos primeros pobladores patagónicos debieron haber iniciado su camino desde Alaska en época muy anterior.
K.R. Fladmark (1979) propuso una vía migratoria alternativa a través de la costa del Pacífico. Sin embargo, esos movimientos no habrían sido posibles durante los períodos más fríos porque el glaciar cordillerano penetraba entre 20 y 50 km en el mar. Aún en el supuesto caso que los desplazamientos hubieran sido en canoas, el tránsito debió ser muy complicado porque, por una parte, los canales interiores habrían estado bloqueados por hielo, y por otra, las áreas no congeladas no habrían permitido la alimentación ni la satisfacción de otras necesidades básicas. Sin embargo, no podemos negar esa posibilidad teniendo en cuenta que la humanidad moderna evolucionó durante el imperio de la era de los glaciares, y que había desarrollado estrategias adaptativas biológicas y culturales al frío.
SOBRE EL ORIGEN DE LOS PRIMEROS AMERICANOS
Para conocer el origen de los primeros americanos se han realizado diversos estudios, entre ellos, arqueológicos, lingüísticos, genéticos, y de morfología craneana y dentaria.
El habla de los primeros americanos
Existen más de mil lenguas nativas en América de las cuáles seiscientas se hablan aún. Los lingüistas presumen que esas lenguas provienen de una o pocas que hablaban los primeros americanos; por lo tanto, buscan indicadores que permitan revelar una historia común. Entre otras, se destaca la teoría de las tres oleadas de poblamiento, defendida por Joseph Greenberg. Primeramente, este autor clasificó a todas las lenguas americanas sobre la base de la comparación en masa de aproximadamente 300 palabras y un pequeño número de marcadores gramaticales. Así distinguió tres familias: la Esquimal-Aleutiana , compuesta por 10 idiomas, la Nadene-Atapaskana , conformada por 38 idiomas, y la Amerindia , en la que se agrupa el resto. Greenberg comprobó que las diferencias entre los tres grupos eran muy profundas y que esto sólo podía deberse a que compartían un ancestro común muy antiguo y a que ingresaron a América separadamente, es decir cuando ya eran entidades distintas. Propuso entonces que la familia de los Amerindios representa la primera migración, seguida por la de los Nadene y por último, la de los esquimales.
Algunos lingüistas que trabajan con métodos más tradicionales (la comparación de pocas lenguas a través de numerosos vocablos), criticaron a Greenberg y postularon que el número de familias lingüísticas de América llega a 145. Otros, como Nichols (1990) aceptan la gran diversidad de stocks lingüísticos atribuyéndolos a múltiples migraciones de diferentes linajes o al temprano ingreso de un único linaje del cual habrían derivado los demás. Si bien las hipótesis de Greenberg y de los lingüistas tradicionales presentan diferencias entre sí, ambas coinciden en sostener una fecha de entrada inicial al continente mucho mayor que los 11.500 años, es decir, hacia el 35.000 A.P.
Los dientes y su evidencia
Una de las investigaciones más audaces es la efectuada por Christy Turner (1989) quien trató de reconstruir las grandes migraciones al Nuevo Mundo, a partir de pequeños rasgos estructurales de la dentición humana. Luego de estudiar amplias colecciones de cráneos de Asia y América distinguió diferentes patrones o modelos dentarios entre las poblaciones del sureste y el nordeste de Asia. Las poblaciones del nordeste de Asia, es decir siberianas, presentaban ciertos caracteres secundarios que no se encontraron o se encontraron en inferior frecuencia en las del sureste. Estos caracteres eran: a) los incisivos en forma de pala, b) el primer molar inferior con tres raíces, c) los molares con cinco cúspides y d) el tercer molar en forma de estaca. Turner concluyó que este patrón era más evolucionado y por lo tanto, más reciente que el de las poblaciones que no lo presentaban. Denominó “sinodontes” a los grupos que poseían estos rasgos y “sondadontes” a los que no lo tenían.
El nombre de sinodonte proviene del prefijo “sin” que significa “de China” y en este grupo están incluídas las poblaciones más septentrionales y árticas del este de Asia: chinos, mongoles, buriatos, japoneses modernos, siberianos y los restos humanos más antiguos hallados en América. En pocas palabras, los sinodontes corresponden a los mongoloides. El término sondadonte deriva de la plataforma de Sonda, una llanura continental que durante el Pleistoceno sirvió de puente entre las áreas insulares y el continente suroriental asiático. Entre los sondadontes están incluídos los tailandeses, birmanos y los pueblos insulares de Andamán, los primeros camboyanos y laosianos, malayos, filipinos, taiwaneses y otros pueblos indonesios.
Para Turner, los sondadontes habrían sido los descendientes de los primeros pobladores del sudeste de Asia que se instalaron en la plataforma de Sonda luego de haber migrado desde Africa. Esto habría sucedido hace por lo menos 40 mil años. Turner postula que el modelo sondadonte apareció hace unos 20 mil años, cuando el nivel del mar estaba a 100 metros por debajo del actual. A partir de allí, sus portadores migraron a otras tierras, entre ellas, el actual Japón y el nordeste asiático. Su migración más reciente habría sido hace 2 mil años, cuando se instalaron en la isla de Pascua, Nueva Zelanda y las islas Hawai. Cuando el nivel del mar se elevó como consecuencia del fin de la era de los glaciares, se formó el archipiélago de Indonesia, Japón e islas del sureste asiático. Esto produjo el aislamiento de algunas poblaciones sondadontes, entre ellas, los llamados Jomón, que serían los ancestros de los Ainos de Japón, también conocidos como japoneses antiguos.
Pero, ¿qué pasó con los sinodontes?. Siguiendo la teoría de Turner, y como ya se mencionó, grupos de sondadontes se habrían instalado en China y Mongolia hace unos 20 mil años. Allí se habría desarrollado rápidamente la sinodontia, cuya antigüedad mínima en el norte de China -11 mil años- fue comprobada en el yacimiento de Zhoukoutien. En coincidencia con la teoría de la migración rápida de Paul Martin, Turner postuló que hacia el 12.000 A.P. grupos de sinodontes siberianos atravesaron el puente de Bering y llegaron a Alaska. Una cincuenta generaciones más tarde (mil años) habrían arribado a la Patagonia austral. Otro grupo de sinodontes migró a Japón hace unos 2 mil años y allí habrían competido con los sondadontes, desplazándolos hacia el norte de la isla grande. Estos sinodontes son los ancestros de los modernos japoneses.
Al igual que Greenberg, Turner distingue tres oleadas de poblamiento en América, probablemente muy próximas en el tiempo. Los primeros en ingresar habrían sido los antepasados de todos los aborígenes sudamericanos y la mayoría de los norteamericanos. Con respecto a las otras dos oleadas difiere de Greenberg porque, para él, la segunda migración fue protagonizada por los ancestros de los esquimales y aleutianos actuales, mientras que la última migración la habrían protagonizado, algo más tarde, los antepasados de los navajos y apaches (el grupo Nadene-Atapaskano). Lo cierto es que para Turner las tres oleadas tenían en común el patrón dentario sinodonte.
Sin embargo, no todo está en claro con la teoría de Turner. En primer lugar, si América fue poblada antes del 35.000 A.P. o entre el 25.000 y el 14.000 A.P., el modelo sinodonte no existía; por lo tanto los primeros habitantes habrían sido sondadontes. Estudios efectuados por Gentry Steele y Joseph Powell (1993), demostraron que la dentición de los restos más antiguos de América difiere de la de todos los grupos indígenas modernos estudiados por Turner (aunque su muestra no incluyó los grupos de Patagonia y Tierra del Fuego). A propósito, Martha Mirazon Lahr y Robert Foley (1994) determinaron que cráneos humanos holocénicos de Patagonia y Tierra del Fuego, no presentan rasgos sinodontes. Por lo tanto, si las poblaciones del extremo austral americano representan los descendientes de los primeros colonos, América habría sido poblada mucho antes que el 12.000 A.P. por grupos sondadontes. Con respecto al patrón dentario sinodonte que poseen algunos aborígenes americanos, su presencia puede deberse a una migración de sinodontes desde el nordeste de Asia, o a que el modelo sinodonte haya evolucionado en forma paralela en América.
La evidencia paleobiológica
Los más antiguos restos humanos hallados en América, no sólo son muy escasos sino que no superan los 12.000 años de antigüedad. Sus características morfológicas craneanas demuestran que son anatómicamente modernos, pero -en comparación con los indígenas americanos y los nativos del nordeste de Asia recientes o actuales- el cráneo es más largo y angosto (dolicocéfalo) y la cara más corta y angosta (ver Figura 3), pareciéndose más a las poblaciones actuales del sudeste de Asia y sudeste del Pacífico (Neves y Pucciarelli 1991). Tanto los materiales humanos antiguos como los grupos recientes o actuales de América y Asia presentan una cara más ancha que el resto de las poblaciones. Steele y Powell sostienen que las caras más anchas y grandes de los grupos del Holoceno tardío en Asia y América, representan un modelo de evolución tardío y genéticamente diferenciado que se desarrolló desde las poblaciones tempranas de cráneos alargados y rostro angosto, o las desplazó al ingresar a América.
Estudios recientes de Walther Neves y Héctor Pucciarelli (1998) indican que nuestro continente habría sido poblado por grupos no mongoloides y sugieren la existencia de un sustrato biológico humano del que se habrían diversificado otros grupos por adaptación biológica y cultural a los distintos ambientes. Para que los mecanismos de diferenciación biológica hayan podido actuar y para explicar la diversidad biocultural americana, se necesita mucho más tiempo que los 12 mil años que según Martin y Turner tiene el poblamiento de América.
Otra vía de abordaje son los análisis de ADN mitocondrial, que es el que se transmite únicamente por línea materna. Mirazon Lahr y Foley (1994) proponen que los hombres modernos evolucionaron en Africa y que hace 100 mil años, a raíz de que se habría producido un fénomeno de “cuello de botella” (situación de peligro de extinción), se habrían visto obligados a dispersarse. Estos grupos habrían permanecido relativamente aislados entre sí durante miles de años, diferenciándose genéticamente. Entre el 70.000 A.P. y el 40.000 A.P. aquellos robustos Homo sapiens sapiens habrían emigrado fuera de Africa por causa de una expansión demográfica. Los primeros grupos habrían colonizado Australia y el sudeste de Asia. Otros, se habrían dirigido a Europa donde se encontraron con los hombres de Neanderthal, a los cuales terminaron desplazando, destruyendo o absorbiendo por mestizaje. En la plataforma de Sonda habría evolucionado el modelo sondadonte. Entre el 40.000 A.P. y el 15.000 A.P., algunas poblaciones sondadontes se habrían dispersado hacia el nordeste de Asia y hacia Japón, es decir que, como se destacó antes, entre el 35.000 A.P. y el 20.000 A.P. ya había humanos modernos en las cercanías del estrecho de Bering.
Estudios de ADN mitocondrial y también del ADN nuclear, que es el transmitido por vía paterna, realizados en la Universidad de La Plata por Néstor Bianchi (1998), indican que los nativos americanos comparten un ancestro común y demandan una antigüedad de por lo menos 20 a 25 mil años para el primer ingreso del hombre al continente.
Por el momento, se han distinguido cuatro haplotipos o entidades genéticas de ADN mitocondrial, que serían los linajes fundadores: A, B, C, y D, aunque algunos defienden la existencia de un quinto. Algunos autores sostienen que esos grupos provienen de un ancestro común y se habrían diversificado entre 40.000 y 25.000 años atrás en Asia; otros dicen que esa fecha es más tardía (entre 20.000 y 15.000 AP). Una vez ingresados a América, se habrían divesificado rápidamente (ver Politis et al. 2009, cap. 6). De acuerdo con el mapeo actual de estos linajes, su distribución es:
Grupo A: más frecuente entre esquimales, aleutinanos, nadenes y grupos del norte de América.
Grupo B: en la costa del Pacífico, y también en el extremo sur de Patagonia.
Grupo C: en varias partes de América, al sur de USA, también en Patagonia.
Grupo D: entre los Aleutianos, esquimales y en Patagonia central y norte.
Sin embargo, recientes análisis de ADN mitocondrial efectuados a las muestras humanas más antiguas de América del norte, revelan que algunos genes aparecen entre poblaciones modernas de Europa y Asia Central y no existen entre poblaciones modernas de Siberia. Esto indicaría que, o los hombres que los tenían murieron en Siberia después de la migración a América, o que la idea de Stanford de un movimiento migratorio directo desde Europa podría tener cierto soporte genético (Parfit 2000).
SÍNTESIS
Si bien en América aún no han aparecido evidencias arqueológicas y paleoantropológicas confiables anteriores a los 13.000 años A.P., estudios paleoambientales, bioantropológicos y genéticos indican que el poblamiento americano fue posiblemente muy antiguo. Algunos postulan que eso pudo haber ocurrido hace 25-20 mil años, otros, más arriesgados, sostienen que fue anterior al 35.000 A.P. Esto significa que los primeros pobladores no eran mongoloides sino sondadontes. La dispersión humana en el continente, el aislamiento de poblaciones y las adaptaciones a los múltiples ambientes que ofrecía y ofrece América, habría propiciado una amplia diversificación biológica y cultural. Aún falta determinar si las poblaciones esquimales del extremo septentrional americano provienen de grupos mongoloides asiáticos que ingresaron hace 12 mil años o de una evolución paralela del mongoloidismo en América. Si se comprueba que es el primer caso, los esquimales corresponderían a la segunda y última oleada de poblamiento antes de que los europeos irrumpieran en el escenario americano, 11 mil años después.
BIBLIOGRAFIA DE CONSULTA GENERAL
FIEDEL, S.J. 1996. Prehistoria de América. Crítica, Barcelona.
MELTZER, D. 1993. Pleistocene Peopling of the Americas . Evolutionary Anthropology 1 (5): 157-170, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
MIRAZON LAHR, M. y R. FOLEY. 1994. Multiple Dispersals and Modern Human Origins. Evolutionary Anthropology 3 (2): 48-61, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
PARFIT, M. 2000. La búsqueda de los primeros americanos. National Geographic 7 (6), diciembre de 2000, pp. 40-67.
POLITIS, G., L. PRATES y S.I PÉREZ. 2009. El poblamiento de América. Arqueología y bio-antropología de los primeros americanos. Eudeba, Colección Ciencia Joven 35. Caps. 1 a 5.
STEELE, G. y J. POWELL. 1993. Paleobiology of the First Americans. Evolutionary Anthropology 2 (4): 138-147, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
STRAUS, L.G., B.V. ERIKSEN, J.M. ERLANDSON y D. YESNER (Eds.). 1996. Humans at the End of the Ice Age. Plenum Press, New York 6 London.
TURNER, C. 1989. Dientes y prehistoria en Asia y América. Investigación y Ciencia 151: 76-84, Barcelona.
- Se denomina así a los representantes de la especie humana actual, llamados también “humanos modernos”, quienes habrían aparecido por primera vez en nuestro planeta hace unos 100 mil años en Africa, desde donde emigraron y poblaron el resto de los continentes (Mirazon Lahr y Foley 1994). Hubo otra especie humana, el Homo sapiens neanderthalensis, que surgió hace unos 300 mil años y se extinguió –aparentemente por competencia entre especies- luego de la aparición de los humanos modernos.
- Se denomina Holoceno al período que comenzó hace unos diez mil años y que se caracteriza por condiciones ambientales más áridas y cálidas que el Pleistoceno. Algunos científicos consideran que corresponde a una era diferente, mientras otros sostienen que en realidad se trata de un período interglaciar.
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