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jueves, 15 de septiembre de 2011

Proyecto Futuro con memoria. Jóvenes y DDHH. Colegio 787

Reconociéndonos Originarios.
Equipo de trabajo:
Alumnos: 45 chicos de 1er. Año de Educación Secundaria-Turno Mañana. Colegio N°787
Docentes: Arzán Carina, Barra Noemí.
Colaboracion: Guiñazú Gabriela, Barrera Stella


martes, 13 de septiembre de 2011

Futuro con memoria. Jóvenes y derechos humanos

Nuestro Colegio esta ubicado en el Barrio Corradi, Sector Oeste de la ciudad de Trelew. Cuenta con una matricula de 331 alumnos, provenientes de diferentes sectores de ciudad.




domingo, 11 de septiembre de 2011

Chubut

Con un territorio constituido por la cordillera de los Andes en el lado occidental y una extensa zona de mesetas en el oriente, la economía provincial tiene como pilares fundamentales la cría de ganado ovino y la explotación de petroleo. con una superficie de 224.686 Km2.Su capital Rawson ubicada sobre la ribera norte del río Chubut. Recibió su nombre en homenaje a Guillermo Rawson , el ministro argentino que fomento la colonización galesa en la región.
Por lo común los funcionarios de la capital recorren los 20 Km que separan el centro urbano de Trelew de la capital de la provincia para desempeñar sus funciones.
Rawson cuenta como punto de interés turístico con el Museo Regional Don Bosco, establecido en la década del 40 por la orden salesiana. El Museo de Rescate Histórico, situado frente a la plaza de Rawson, y las capillas de Maria Auxiliadora y Berwyn; la segunda la mas antigua de la región fue levantada en el sitio donde el coronel Murga presidio el 15 de Septiembre de 1865 la primera entrega oficial de tierras a los inmigrantes llegados de Gales.
La actividad predominante de Puerto Rawson a 6 km de la capital es la explotación de la riqueza
pesquera.
Rawson cuenta con playas en la que se destaca Villa Unión, una franja costera de 4Km establecida en 1923 y bautizada con ese nombre para recordar un buque de bandera Británica que naufrago allí a principios de la segunda década del siglo. Otro balneario , Playa Escondida frente a la cual hay una isla rocosa.
Trelew importante centro comercial de la provincia. En torno a la Plaza Independencia se encuentran edificios de la primera década del siglo XX, la Municipalidad, el Distrito Militar y el salón de la Sociedad Española. Otra construcción importante de la ciudad es el teatro Verdi, donación de la comunidad Italiana. La capilla Tabernaci, es el edificio mas antiguo de Trelew, construido en 1889, aun hoy se pueden escuchar misas en Gales.
Cultura y Folclore:
Intelectuales destacados: Asencio Abeijón, el poeta Carlos Calderón y la ensayista y docente Angelina Coicaud.
En Chubut es posible hallar testimonio de la cultura de los pueblos originarios, como los Tehuelches.
Fiestas Tradicionales:
Eisteddfod.
Aniversario de la Colonización Galesa.
Fiesta Nacional del Atlántico Sur.
Fiesta de los pescadores.
Fiesta provincial del Pingüino.
Fiestas Populares
• Fiesta Regional del Bagual: José de San Martín , 30, 31 de Diciembre 01 de Enero
• Fiesta Regional del Ganadero : Las Plumas , 02 y 03 de Diciembre
• Fiesta del Salmón del Pacífico : Carrenleufú , 05,06 y 07 de Enero
• Fiesta Nacional de la Esquila : Río Mayo , 12,13 y 14 de Enero
• Fiesta Regional de la Bahía : Rawson , 12,13 y 14 de Enero
• Fiesta Nacional de la Fruta Fina : El Hoyo , 2º semana de Enero
• Fiesta Provincial del Artesano : Epuyén , 19, 20 y 21 de Enero
• Fiesta Regional del Perro del Trabajador Rural : Telsen , 19,20 y 21 de Enero
• Fiesta Provincial de la Cordillera : Aldea Atilio Viglione , 19, 20 y 21 de Enero
• Fiesta Regional de Gato y Mancha : Alto Río Senguer , 6 y 7 de Abril
• Fiesta Regional del Fósil : Cerro Condor, 27 de Enero
• Fiesta Regional del Carrero : Esquel , 27 y 28 de Enero
• Fiesta Regional de la Señalada : Cushamen , 26, 27 y 28 de Enero
• Fiesta Regional del Acordeón y la Guitarra : Lagunita Salada , 27 y 28 de Enero
• Fiesta Nacional del Asado : Cholila 02, 03 y 04 de Febrero
• Fiesta Nacional del Salmón : Camarones , 02,03 y 04 de Febrero
• Fiesta Nacional del Atlántico Sur : Rawson , 02,03 y 04 de Febrero
• Fiesta Regional del Carnaval Cordillerano : José de San Martín 02, 03 y 04 de Febrero
• Fiesta Regional del Jinete y Reservado : Esquel , 03 y 04 de Febrero
• Fiesta Nacional del Tren a Vapor : El Maiten , 09,10 y 11 de Febrero
• Fiesta Regional de Doma y Folklore : Sarmiento , 09,10 y 11 de Febrero
• Fiesta Provincial del Calafate : Tecka , 10 y 11 de Febrero
• Fiesta Provincial del Caballo : Gobernador Costa , 16, 17 y 18 de Febrero
• Fiesta Regional del Gaucho y la Taba : Gan Gan , 16, 17 y 18 de Febrero
• Fiesta Regional Carnavales de Trelew : Trelew , Domingos de Febrero
• Fiesta Regional Carnavales de Trevelin : Trevelin , 17 y 18 de Febrero
• Fiesta Regional del Bosque : Lago Puelo , 17 de Febrero
• Fiesta Regional de la Vestimenta Gaucha : Costa de Ñorquinco , 23, 24 y 25 de
• Fiesta Regional de Carnavales de Comodoro Rivadavia : Comodoro Rivadavia 24 de Febrero
• Fiesta Regional Corsos de Rawson : Rawson , Febrero a confirmar.
• Fiesta Regional Carnavales de Dolavon : Dolavon , del 3/2 al 3/3 Sábados de Febrero.
• Fiesta Nacional del Cordero : Puerto Madryn , Marzo a confirmar
• Fiesta Provincial de los Pescadores : Puerto Madryn , Marzo a confirmar
• Fiesta Provincial del Peón Rural : Paso de Indios , 09,10 y 11 de Marzo
• Fiesta Regional de la Cerveza del Bosque : Lago Puelo , 10 y 11 de Marzo
• Fiesta Provincial del Aborigen : Cushamen , 19 de Abril
• Fiesta Regional del Indio Americano : El Maiten , 19 de Abril
• Fiesta Regional de la Producción : Trevelin , 7 de Abril
• Fiesta Nacional del Esquí : Esquel , 15 de Septiembre

viernes, 9 de septiembre de 2011

Meseta Patagonica. Las Plumas . Chubut . Argentina






                                            Fotos Stella Barrera.




Cazadores de la Patagonia y agricultores andinos
Juan Schobinger
Carlos J. Gradin

Historia de la Investigación, página 14 a 19.

Las primeras noticias sobre el arte rupestre de la Patagonia se remontan al siglo pasado, cuando el Perito Francisco P. Moreno publica el resultado de sus viajes a la zona austral del país. El trabajo de Moreno, fechado en 1876, contiene breves referencias sobre las pinturas de Punta Wualichu en la costa oriental del Lago Argentino, ubicado en lo que es hoy la provincia de Santa Cruz, pero la documentación que recogiera en esa oportunidad se conservó en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata que él mismo fundaría años más tarde, siendo utilizada por otros investigadores que le sucedieron. Su aporte científico puede valorarse con justa medida si se piensa que para ese entonces aún no habían sido descubiertas en España las pinturas de Altamira ni del Levante. 
Poco después de Moreno, en 1879 y 1884, respectivamente, Ramón Lista menciona la existencia de cuevas pintadas en el valle del río Gallegos, y Eduardo Ladislao Holmberg documenta las pinturas mascariformes de la Cueva de los Espíritus, esta última en las Sierras de Curá- Malal, área de transición pampeano-patagónica  de la provincia de Buenos Aires.
Desde entonces habían de transcurrir años hasta que se anunciaran nuevos hallazgos. En 1902 y 1904 Carlos Bruch publica los grabados y pinturas de Arroyo Vaca Mala y del Manzanito, en las provincias de Neuquén y Río Negro, en pleno corazón del área araucana de Patagonia Septentrional, sobre la cual habrían de volver en 1938 y 1944 Amadeo Artayeta y Vignati, para referirse a las pinturas de los alrededores del Lago Nahuel Huapi y de la Península Huemul. 
En la provincia de Santa Cruz las investigaciones se reinician con el viaje de Franciasco de Aparicio a la zona sur del río Deseado. De 1933 a 1935 Aparicio publica varios sitios importantes para el conocimiento del arte rupestre de Patagonia, entre los que se destacan el Cañadon de las Cuevas, en la Estancia Los Toldos, con negativos de manos, la Piedra Museo de la Estancia San Miguel, con grabados, y la Estancia Aguada del Cuero, con pinturas geométricas. 
En 1934 Milcíades A, Vignati publica la documentación recogida por Moreno en Punta Wualichu, agregando nuevas aportaciones personales, y en 1941 el sacerdote Alberto De Agostini, infatigable viajero de Patagonia, da a conocer la primera documentación fotográfica en color de la Cueva de las Manos, en el área del río Pinturas, al noroeste de la Provincia de Santa Cruz, con negativos y siluetas de guanacos. Sobre esta misma cueva, Vignati publica en 1950 los resultados de una expedición en la que participaron los doctores Alberto Rex González y Federico Escalada, donde por primera vez se documentan escenas de caza naturalistas, a las que dicho autor comparó con las del arte Levantino.
A partir de 1949 las investigaciones del arte rupestre de Patagonia se encaminan hacia su faz sistemática. La incorporación del doctor Osvaldo F. A. Menghin a la Universidad de Buenos Aires y más tarde al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, dio bien pronto su fruto. Menghin realizó expediciones a la Patagonia durante el transcurso de los años 1951 a 1959, publicando dos trabajos fundamentales para el conocimiento del arte prehistórico, las "Pinturas Rupestres de Patagonia" en 1952, y los "Estilos del arte rupestre de Patagonia" en 1957, cuyos lineamientos generales constituyen hasta ahora un antecedente ineludible de toda investigación.
La visión de conjunto que adquirió Menghin en esos años le permitió sintetizar ciertos aspectos del desarrollo de la prehistoria de Patagonia con asombrosa precisión, introduciendo su enfoque histórico-cultural en la consideración de los datos, tanto arqueológicos propiamente dichos, como del arte rupestre, a los que integró contextualmente cuando se evidenciaba su asociación. Sus observaciones se basaron en numerosos sitios estudiados pero,  fundamentalmente, en el análisis de las pinturas del Cañadón de las Cuevas, en la Estancia Los Toldos, donde las excavaciones que realizó le permitieron predecir una alta antigüedad para las primeras ocupaciones humanas y sus correspondientes manifestaciones artísticas. Son ya clásicos entre nosotros sus siete estilos de arte rupestre de Patagonia. El más antiguo de ellos es el estilo de negativos de manos, ejecutados mediante la aplicación de pintura alrededor del contorno natural de la extremidad apoyada sobre una superficie rocosa. Se hallaría vinculado a la industria Toldense que él fechó en el noveno milenio anterior a Cristo. El estilo de negativos incluye, además, algunos motivos muy simples integrados por series de puntos, líneas rectas y circulares. Los colores utilizados para la ejecución de negativos, según un hipotético orden cronológico, comenzaría por el rojo claro como más antiguo, al que le sucedían el negro, el amarillo, el blanco, el rojo oscuro y el verde. La tradición de los negativos de manos  habría perdurado-Segun Menghin-hasta tiempos relativamente recientes, tal vez hasta los primeros siglos de nuestra era, incluyendo entonces entre sus manifestaciones a los calcos de pies  y de patas de animales. 
El estilo de escenas constituye la segunda modalidad descrita por Menghin. Comprende escenas de caza y de danza, de tamaño pequeño y algunas siluetas de guanacos. Su desarrollo se habría iniciado en el octavo milenio perdurando hasta el segundo antes de Cristo. Menghin atribuyó a los autores de estas pinturas un nivel cultural similar al de los cazadores del Levante español, sin que ello implicara una vinculación genética. 
El tercer estilo de Patagonia se caracteriza por la utilización de la técnica del grabado, ejecutado por percusión o incisión, especialmente  aprovechando rocas a cielo abierto. Sus motivos característicos son los denominados rastros de ñandú (avestruz) y de felino. Aparecen, además, imágenes esquemáticas de guanacos y pumas, de lagartos vistos desde arriba y pequeñas figuras antropomorfas. No faltan los signos lineales y circulares o sinuosos. La técnica del grabado tuvo gran difusión en el territorio argentino, desde el Noroeste hasta la Patagonia, especialmente en el sur, donde habría tenido un desarrollo que se extendería desde el segundo milenio antes de Cristo hasta los primeros siglos de nuestra era, vinculándose a la Industria Patagoniense inicial. Al norte de Patagonia, particularmente en Neuquén, se habría desarrollado el estilo de paralelas, cuarto en la serie de Menghin, que habría perdurado hasta tiempos mucho más tardíos y podría ser vinculado a los Pehuenches primitivos que fueron araucanizados alrededor del año 1700. 
El estilo de grecas, distribuido especialmente en las provincias de Río Negro y Chubut, se caracteriza por sus trazos almenados o escalonados y sería resultado de las influencias agro-alfareras del noreste argentino desarrolladas a partir del siglo V de nuestra era, Su última expresión habría sido el estilo de miniaturas.
Finalmente, diremos que el estilo de símbolos complicados, instituido por Menghin, reúne a una serie de pinturas y grabados de diversa extracción, caracterizados por sus complejas formas curvilíneas o por sus figuras antropomorfas esquemáticas, muy probablemente resultante de recíprocas influencias entre las diversas modalidades antes mencionadas. 
Desde entonces los estudios sobre el arte rupestre cobran un impulso que no habían conocido. Se destacan dos importantes trabajos. Schobinger en 1957 publica una síntesis de los grabados y pinturas de la provincia de Neuquén, analizando exhaustivamente los sitios conocidos y los que él personalmente había localizado, tarea que habría de continuar en adelante. En ese primer trabajo, Schobinger ensaya una clasificación de las manifestaciones artísticas y encara la explicación del contenido de algunos motivos en particular. 
En 1960 Casamiquela, tras documentar numerosos sitios en las provincias de Río Negro y Chubut, publica un trabajo sobre la "Significación mágica del arte rupestre nordpatagónico", con aplicación de una nueva metodología, tendente a desentrañar su contenido, basada en la lingüística y la etnografía de los tehuelches septentrionales, gracias a la cual surge la figura mitológica de Elëngásën al que aquéllos atribuyen la autoría de las pinturas parietales.
Entre 1948 y 1966 diversos autores aportan la documentación de nuevos sitios. En Patagonia Septentrional, Harrington y Casamiquela localizan pinturas geometricas y otro tanto hace Sánchez Albornoz en las proximidades del Lago Puelo. Pedersen, en el Lago Nahuel Huapi, reproduce por primera vez algunos de lso escasos ejemplo que se conocen en Patagonia con pinturas de jinetes.
En Patagonia central y meridional, iniciamos personalmente el relevamiento de la Meseta del Lago Strobel, con profusión de grabados y una vez más emprendemos la tarea de estudiar la Cueva de las manos, en el Alto Río Pinturas, cuyos primeros resultados habrían de publicarse en Barcelona. Casi al mismo tiempo en Padre Molina, voluntarioso pero subjetivo estudioso de Patagonia, publica grabados y pinturas de la cuenca del río Santa Cruz.
Hemos elegido el año 1966 para recapitular estos comentarios, pues en esa fecha se celebra en Mar del Plata el Primer Simposio de Arte Rupestre Americano, dirigido por Schobinger, al que asiste E. Ripoll Perelló como asesor, con ocasión de celebrarse el XXXVII Congreso Internacional de Americanistas. A partir de ese momento no es posible hablar de "contextos arqueológicos" cuando en el estudio de un sitio se excluye el arte rupestre que se le asocia. En 1964 Bosch- Giampera al referirse al más antiguo poblamiento  de América, y en 1969 Schobinger al de Sudamérica, incluyen en sus respectivos trabajos especiales referencias al desarrollo del arte prehistórico, donde Patagonia figura en un lugar destacado por sus particulares características y gran antigüedad, salvando en esa forma una omisión de otros investigadores americanos, para quienes las manifestaciones rupestres, con 9000 años de existencia, parecieran no integrar la arqueología. Los actuales investigadores de Patagonia, entre los que cabe citar a Aschero, Cardich, Fernández y Gradin, reconocen la importancia de la asociación entre el arte y los restantes testimonios arqueológicos al orientar sus publicaciones hacia una valedera vinculación entre ambos. 
Personalmente iniciamos en 1967 el relevamiento de sitios con arte rupestre en las provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz, que luego habría de extenderse a las de Buenos Aires, La Pampa y Mendoza, ésta última junto con Schobinger, a fin de reconocer una amplia zona que, además de Patagonia, abarcara el área de transición colindante. En 1970, con la colaboración de Aschero y Aguerre, intensificamos las investigaciones de carácter regional en las cuencas de los ríos Chubut y Deseado, convencidos de que este criterio era prioritario para alcanzar una visión valedera. Para ello la elección de los sitios investigados tuvo especialmente en cuanta  la presencia de manifestaciones rupestres y la posibilidad de efectuar excavaciones que permitieran determinar secuencias estratigráficas fechadas  radiocarbónicamente, con el objeto de hallar resto culturales en capa con autenticas asociaciones. En el Alero de las Manos Pintadas, Chubut y en la Cueva de las Manos del río Pinturas , Santa Cruz, se hallaron bloques con negativos cuyo derrumbe fue fechado gracias a la referida asociación, permitiendo en cierta medida encuadrar cronológicamente el desarrollo de las manifestaciones artísticas y adscribirlas a una etapa determinada del proceso prehistórico.
Es sabido, sin embargo, que el arte rupestre en la gran mayoría de los casos se halla totalmente desvinculado de otros testimonios arqueológicos. Los dibujos o figuras se presentan abigarrados, unas veces muy próximos entre sí y no pocas superpuestos, sin que pueda determinarse claramente cuáles constituyen una ejecución unitaria, cuáles corresponden a ejecuciones sucesivas, cuándo y quiénes los hicieron.
Resulta difícil en ocasiones restablecer la "unidad artística", la "obra", a la que hoy denominamos motivo, es decir, la resultante plástica de una única motivación, cuyo autor nos es desconocido. A los efectos de su clasificación hemos admitido dos grandes grupos- que denominamos representativos y abstractos- teniendo en cuenta para ello el mayor o menor grado de vinculación entre la realidad natural y la obra, o entre la idea y la obra, respectivamente. Su funcionalidad sólo puede entenderse si se considera los dos extremos de un mismo hecho: la manifestación artística y su autor, por cierto enmarcados en las respectivas coordenadas de tiempo, espacio y cultura, que es donde hallaremos las pautas para su interpretación. De allí la necesidad de insistir en las asociaciones contextuales.
El análisis morfológico por un lado y su funcionalidad, por otro, pueden aproximarnos a la comprensión de signos que en el transcurso del tiempo posiblemente variaron muchas veces de contenido, pese a haber mantenido su identidad formal. El arte rupestre ejecutado en el pasado tal vez con carácter de auténticos signos, precisos y aprehensibles, se presenta hoy ante nosotros como un conjunto de símbolos enigmáticos cuyo contenido, desde el punto de vista histórico, resulta irrecuperable. Por eso preferimos hablar de funcionalidad de los motivos del arte rupestre, es decir, de las circunstancias que acompañan su ejecución.
Muchas figuras, independientemente de su aspecto o abstracto, se hallan ubicadas en posiciones destacadas dentro del sitio estudiado, unas veces ocupando espacios centrales, otras cavidades o nichos. Su mayor complejidad y muchas veces su tamaño parecen querer diferenciarlas del resto de los motivos. A veces los trazos de pinturas o grabados rodean pequeños hoyuelos naturales de las rocas, o circunscriben improntas de manos y pisadas de animales. Sin duda en estos casos nos hallamos en presencia de indicadores funcionales de ceremonias cúlticas, que correlacionan la obra artística y el mundo cultural de sus autores, aunque su significado se haya perdido en el lejano pasado.
Cuando en un área de investigación es posible establecer vinculaciones morfológicas y temáticas entre diversos grupos de motivos rupestres, pensamos que enfrentamos una modalidad estilística, es decir, una expresión artística cuyos rasgos propios, al mismo tiempo que le atribuyen originalidad, permiten reconocerla en otros sitios estudiados. El término estilo, en cambio, a nuestro entender, está indisolublemente ligado a la condición cultural del autor o de los autores y por lo tanto a su motivación. Es el reflejo de la actividad personal y social de aquéllos. Pero es, además, el resultado de numerosos factores ecológicos regionales que, si bien no son indefectiblemente determinantes, dependen en cierto sentido del "estilo de vida" de sus autores, es decir, de aquello que fundamentalmente caracteriza a un grupo humano alejado en la historia.
Cuando Menghin clasificó el arte rupestre de Patagonia aplico el término estilo con contenido diverso. Los argumentos con que sustenta cada uno de sus siete estilos tienen en algunos casos connotación cultural y en otros morfológica o técnica. Así, por ejemplo, cuando admite el "estilo de miniaturas" se refiere  a variaciones puramente formales y cuando habla del  "estilo de símbolos complicados" reúne una serie de motivos de diferentes extracción, más por su dispersión que por su afinidad estilística.  Pero al referirse a los estilos de "manos" y "escenas", de "pisadas" y de "grecas", vuelca en ellos todo el contenido que este término tiene para nuestra disciplina, pues en él se refleja no sólo la modalidad estilística, naturalista en ciertos casos y geométrica en otros, sino que también se incorpora el nivel cultural de un grupo humano cronológica y especialmente ubicado en determinada zona de Patagonia. Por eso hoy podemos hablar del estilo de los cazadores antiguos de Patagonia Centro Meridional, del estilo de grabados de los cazadores de Patagonia o del estilo geométrico de los cazadores recientes de Nordpatagonia, atribuyendo a ese concepto la mayor connotación regional posible, pues el arte, además de constituir un proceso de difusión, es muchas veces el resultado de la facultad creativa del hombre. 

jueves, 8 de septiembre de 2011

El Poblamiento Americano. Por Julieta Gómez Otero


EL POBLAMIENTO AMERICANO

Por: Julieta Gómez Otero

            Hasta el presente las evidencias arqueológicas indican que América fue poblada por grupos de Homo sapiens sapiens que cruzaron el puente de tierra –actualmente inundado y conocido como estrecho de Bering- que unía Asia nororiental y Alaska en las épocas de máximo frío del Pleistoceno (llamado también Cuaternario o Era de los Glaciares). Sin embargo, no existe consenso sobre la antigüedad del primer ingreso al continente ni sobre si hubo una o varias oleadas de poblamiento y aun menos sobre las características biológicas de esos primigenios colonizadores. Algunos investigadores postulan que el poblamiento se dio durante el Pleistoceno, hace más de veinte mil años, y otros, que tuvo lugar en la transición Pleistoceno-Holoceno, hace unos 13 a 12 mil años. Por ello, en este apunte se presenta una síntesis sobre las diferentes teorías y abordajes que desde distintas disciplinas tratan de arrojar luz sobre la historia humana inicial del continente americano.

ANTIGÜEDAD Y VIAS DE POBLAMIENTO

 

El cruce del puente de Bering


            El Pleistoceno o Cuaternario se caracterizó por la alternancia y periodicidad de glaciaciones (períodos de máximo frío) y deglaciaciones (períodos más cálidos). Desde su aparición sobre la faz de la Tierra, los homínidos enfrentaron dos docenas de glaciaciones seguidas de períodos interglaciarios. Durante las glaciaciones, el 5% del agua del planeta se congelaba y, en consecuencia, el nivel del mar descendía y el peso de los hielos producía por rebote el levantamiento de las tierras; de esta manera quedaban expuestas las plataformas continentales. En los interglaciares, al aumentar la temperatura, ese porcentaje de agua se licuaba, el nivel del mar ascendía e inundaba las tierras antes descubiertas. Acorde con esto, el puente de tierra de Bering sólo pudo haber quedado expuesto en las épocas de máximo frío y esta habría sido la condición básica para que América se poblara desde Asia por vía terrestre. ¿Pero cuándo pudieron haber pasado pasado los primeros hombres por este puente?

            Varias de las especulaciones acerca de la época del primitivo ingreso se basan sobre las edades radiocarbónicas de distintos sitios de Patagonia, que demuestran que hace por lo menos 13 mil años –en época de la transición Pleistoceno-Holoceno- ya había cazadores-recolectores en el extremo austral de la región, tanto en lo que es hoy Argentina como Chile. El razonamiento que siguen algunos investigadores es el siguiente: si hacia esa época ya había habitantes en el sur de Patagonia y en Tierra del Fuego, y si se presume que el movimiento migratorio fue lento, la fecha de ingreso a Alaska debió ser varios milenios anterior.

            Sin embargo, los sitios más confiables en América del Norte apenas superan la antigüedad de los sudamericanos. Sucede que, si bien es cierto que existen yacimientos que han sido datados entre 20 mil y 30 mil años, ninguno de ellos ha podido pasar con éxito la prueba de los tres criterios mínimos de confiabilidad:

1°) deben contener evidencias irrefutables de presencia humana, sean restos óseos humanos, como restos de alimentación o artefactos;

2°) deben estar incluidos en depósitos geológicos no disturbados y en posición estratigráfica por debajo de niveles bien documentados;

3°) deben presentar materiales que puedan ser datados mediante métodos radiométricos indiscutibles.

Para explicar esta contemporaneidad entre los sitios más antiguos del norte y sur de América, surgió una posición extrema: la de la migración rápida defendida por Paul Martin (1973). Martin sostiene que los primeros habitantes de América  -que básicamente vivían de la caza de los grandes animales del Pleistoceno o megafauna- penetraron en el continente hacia el 12.000 A.P. y en apenas mil años llegaron al extremo sur, no sin antes extinguir 36 géneros de esos grandes mamíferos. Para elaborar esta teoría, Martin tuvo en cuenta que en varios sitios de esa época aparecieron restos de fauna extinta junto con evidencias de uso de armas arrojadizas, en este caso, puntas de proyectil medianas a grandes, sin pedúnculo. Algunas de estas puntas correspondían a industrias que fueron llamadas “Clovis” y “Folsom”. Varias críticas tuvo esta teoría. En primer lugar, para extinguir 36 géneros de megamamíferos la densidad poblacional de entonces debió haber sido considerablemente mayor que la que las evidencias arqueológicas muestran por el momento. Por otra parte, si los traslados de estos cazadores fueron tan rápidos, es difícil explicar cómo pudieron reconocer, discriminar y aprovechar los recursos de ambientes para ellos desconocidos. Un ejemplo serían los recursos líticos necesarios para la fabricación de sus utensilios. Según estudiosos del Cuaternario, encontrar fuentes de rocas y minerales sin el auxilio de mapas geológicos lleva gran cantidad de tiempo.

            En las antípodas de esta teoría se encuentran Alan Bryan (1969) y Richard Mac Neish (1976) que defienden la hipótesis de la migración lenta, caracterizada por la ocupación paulatina de diferentes ambientes o nichos ecológicos a partir de la ampliación de los territorios de caza y recolección. Esto no significa que la meta de los primeros hombres haya sido llegar al sur, sino que el sur del continente fue ocupado al final del proceso, cuando ya otras latitudes estaban pobladas. Y si el extremo austral se habitó hace 13 mil años, se presume que el paso desde Siberia a Alaska tuvo lugar varios miles de años antes. Algunos investigadores postulan un ingreso a América hace 30 mil años, mientras que otros  -más conservadores- ubican esa fecha en los 20 mil A.P.

            ¿Qué nos dicen los geólogos del Cuaternario al respecto? De acuerdo con sus estudios, hace aproximadamente 10 mil años, durante la transición Pleistoceno/Holoceno, la deglaciación inundó el puente de Bering separando definitivamente Asia de América. Anteriormente ese paso había sufrido otras inundaciones: entre el 35.000 y el 25.000 A.P. y entre el 14.000 A.P. y el 12.000 A.P. Esto implica que las probables fechas de ingreso a Alaska serían: antes del 35.000 A.P., entre el 25.000 y el 14.000 A.P. y entre el 12.000 y el 10.000 A.P. (ver Figura 1). Ahora bien, los datos arqueológicos actuales demuestran que recién hacia el 35.000 A.P. se poblaron las tierras siberianas cercanas a Bering. Esto significa que antes de esa fecha no había grupos humanos que pudieran haber cruzado el puente.

Recientemente, dos arqueólogos norteamericanos –Denis Stanford y Bruce Bradley- postularon una teoría muy diferente: hace 18 a 20 mil años América del Norte fue poblada por grupos que migraron desde Europa a través del Atlántico. Esta teoría se apoyó sobre el reconocimiento de similitudes morfológicas y tecnológicas entre utensilios de la llamada cultura Solutrense de Europa y utensilios de las industrias Clovis. No obstante, la mayoría de los arqueólogos la rechaza porque no hay pruebas de que los cazadores del Solutrense dispusieran de medios de navegación, porque esta cultura desapareció cinco mil años antes de que se desarrollaran las industrias Clovis, y por último, por la considerable distancia entre España y América del Norte.

El camino al sur


            Durante los períodos en que el puente de Bering estaba emergido, el acceso desde Alaska hacia las tierras ubicadas al sur era imposible por vía terrestre. Esto se debía a que las bajísimas temperaturas imperantes propiciaban el crecimiento de dos grandes glaciares –el Cordillerano y el Laurentiano- localizados en lo que es hoy Canadá y el norte de Estados Unidos. Al crecer, terminaban uniéndose y formando un inmenso bloque de hielo (ver Figura 2). Sólo durante los interglaciares, el derretimiento de sus bordes abría un estrecho corredor que posibilitaba la conexión con los territorios al sur de los mismos. Los estudios paleoambientales indican que alrededor del 20.000 A.P. y durante varios milenios ese paso estuvo bloqueado. Antes y después, el tránsito por este corredor pudo haber sido posible; sin embargo, algunos autores advierten que la severidad del clima (fuertes vientos y extremo frío), la presencia de inmensos lagos de deshielo y una productividad primaria baja del medio, habrían dificultado enormemente la supervivencia de animales y hombres. En síntesis, lo cierto es que cuando se daban las condiciones para el paso desde Asia a Alaska, no se daban las que permitían avanzar hacia el sur, y viceversa: cuando el corredor estaba abierto, el paso de Bering estaba inundado (ver Figura 1). Lo concreto es que mil años antes de que se produjera el derretimiento definitivo de los dos glaciares en el norte de América, ya había humanos en la Patagonia austral. Por lo tanto, si la migración al sur fue lenta y por vía terreste, los antepasados de estos primeros pobladores patagónicos debieron haber iniciado su camino desde Alaska en época muy anterior.

K.R. Fladmark (1979) propuso una vía migratoria alternativa a través de la costa del Pacífico. Sin embargo, esos movimientos no habrían sido posibles durante los períodos más fríos porque el glaciar cordillerano penetraba entre 20 y 50 km en el mar. Aún en el supuesto caso que los desplazamientos hubieran sido en canoas, el tránsito debió ser muy complicado porque, por una parte, los canales interiores habrían estado bloqueados por hielo, y por otra, las áreas no congeladas no habrían permitido la alimentación ni la satisfacción de otras necesidades básicas. Sin embargo, no podemos negar esa posibilidad teniendo en cuenta que la humanidad moderna evolucionó durante el imperio de la era de los glaciares, y que había desarrollado estrategias adaptativas biológicas y culturales al frío.


SOBRE EL ORIGEN DE LOS PRIMEROS AMERICANOS


            Para conocer el origen de los primeros americanos se han realizado diversos estudios, entre ellos, arqueológicos, lingüísticos, genéticos, y de morfología craneana y dentaria.

El habla de los primeros americanos


            Existen más de mil lenguas nativas en América de las cuáles seiscientas se hablan aún. Los lingüistas presumen que esas lenguas provienen de una o pocas que hablaban los primeros americanos; por lo tanto, buscan indicadores que permitan revelar una historia común. Entre otras, se destaca la teoría de las tres oleadas de poblamiento, defendida por Joseph Greenberg. Primeramente, este autor clasificó a todas las lenguas americanas sobre la base de la comparación en masa de aproximadamente 300 palabras y un pequeño número de marcadores gramaticales. Así distinguió tres familias: la Esquimal-Aleutiana, compuesta por 10 idiomas, la Nadene-Atapaskana, conformada por 38 idiomas, y la Amerindia, en la que se agrupa el resto. Greenberg comprobó que las diferencias entre los tres grupos eran muy profundas y que esto sólo podía deberse a que compartían un ancestro común muy antiguo y a que ingresaron a América separadamente, es decir cuando ya eran entidades distintas. Propuso entonces que la familia de los Amerindios representa la primera migración, seguida por la de los Nadene y por último, la de los esquimales.

            Algunos lingüistas que trabajan con métodos más tradicionales (la comparación de pocas lenguas a través de numerosos vocablos), criticaron a Greenberg y postularon que el número de familias lingüísticas de América llega a 145. Otros, como Nichols (1990) aceptan la gran diversidad de stocks lingüísticos atribuyéndolos a múltiples migraciones de diferentes linajes o al temprano ingreso de un único linaje del cual habrían derivado los demás. Si bien las hipótesis de Greenberg y de los lingüistas tradicionales presentan diferencias entre sí, ambas coinciden en sostener una fecha de entrada inicial al continente mucho mayor que los 11.500 años, es decir, hacia el 35.000 A.P.

Los dientes y su evidencia

            Una de las investigaciones más audaces es la efectuada por Christy Turner (1989) quien trató de reconstruir las grandes migraciones al Nuevo Mundo, a partir de pequeños rasgos estructurales de la dentición humana. Luego de estudiar amplias colecciones de cráneos de Asia y América distinguió diferentes patrones o modelos dentarios entre las poblaciones del sureste y el nordeste de Asia. Las poblaciones del nordeste de Asia, es decir siberianas, presentaban ciertos caracteres secundarios que no se encontraron o se encontraron en inferior frecuencia en las del sureste. Estos caracteres eran: a) los incisivos en forma de pala, b) el primer molar inferior con tres raíces, c) los molares con cinco cúspides y d) el tercer molar en forma de estaca. Turner concluyó que este patrón era más evolucionado y  por lo tanto, más reciente que el de las poblaciones que no lo presentaban. Denominó “sinodontes” a los grupos que poseían estos rasgos y “sondadontes” a los que no lo tenían.

            El nombre de sinodonte proviene del prefijo “sin” que significa “de China” y en este grupo están incluídas las poblaciones más septentrionales y árticas del este de Asia: chinos, mongoles, buriatos, japoneses modernos, siberianos y los restos humanos más antiguos hallados en América. En pocas palabras, los sinodontes corresponden a los mongoloides. El término sondadonte deriva de la plataforma de Sonda, una llanura continental que durante el Pleistoceno sirvió de puente entre las áreas insulares y el continente suroriental asiático. Entre los sondadontes están incluídos los tailandeses, birmanos y los pueblos insulares de Andamán, los primeros camboyanos y laosianos, malayos, filipinos, taiwaneses y otros pueblos indonesios.

            Para Turner, los sondadontes habrían sido los descendientes de los primeros pobladores del sudeste de Asia que se instalaron en la plataforma de Sonda luego de haber migrado desde Africa. Esto habría sucedido hace por lo menos 40 mil años. Turner postula que el modelo sondadonte apareció hace unos 20 mil años, cuando el nivel del mar estaba a 100 metros por debajo del actual. A partir de allí, sus portadores migraron a otras tierras, entre ellas, el actual Japón y el nordeste asiático. Su migración más reciente habría sido hace 2 mil años, cuando se instalaron en la isla de Pascua, Nueva Zelanda y las islas Hawai. Cuando el nivel del mar se elevó como consecuencia del fin de la era de los glaciares, se formó el archipiélago de Indonesia, Japón e islas del sureste asiático. Esto produjo el aislamiento de algunas poblaciones sondadontes, entre ellas, los llamados Jomón, que serían los ancestros de los Ainos de Japón, también conocidos como japoneses antiguos.

            Pero, ¿qué pasó con los sinodontes?. Siguiendo la teoría de Turner, y como ya se mencionó, grupos de sondadontes se habrían instalado en China y Mongolia hace unos 20 mil años. Allí se habría desarrollado rápidamente la sinodontia, cuya antigüedad mínima en el norte de China -11 mil años- fue comprobada en el yacimiento de Zhoukoutien. En coincidencia con la teoría de la migración rápida de Paul Martin, Turner postuló que hacia el 12.000 A.P. grupos de sinodontes siberianos atravesaron el puente de Bering y llegaron a Alaska. Una cincuenta generaciones más tarde (mil años) habrían arribado a la Patagonia austral. Otro grupo de sinodontes migró a Japón hace unos 2 mil años y allí habrían competido con los sondadontes, desplazándolos hacia el norte de la isla grande. Estos sinodontes son los ancestros de los modernos japoneses.

            Al igual que Greenberg, Turner distingue tres oleadas de poblamiento en América, probablemente muy próximas en el tiempo. Los primeros en ingresar habrían sido los antepasados de todos los aborígenes sudamericanos y la mayoría de los norteamericanos. Con respecto a las otras dos oleadas difiere de Greenberg porque, para él, la segunda migración fue protagonizada por los ancestros de los esquimales y aleutianos actuales, mientras que la última migración la habrían protagonizado, algo más tarde, los antepasados de los navajos y apaches (el grupo Nadene-Atapaskano). Lo cierto es que para Turner las tres oleadas tenían en común el patrón dentario sinodonte.

            Sin embargo, no todo está en claro con la teoría de Turner. En primer lugar, si América fue poblada antes del 35.000 A.P. o entre el 25.000 y el 14.000 A.P., el modelo sinodonte no existía; por lo tanto los primeros habitantes habrían sido sondadontes. Estudios efectuados por Gentry Steele y Joseph Powell (1993), demostraron que la dentición de los restos más antiguos de América difiere de la de todos los grupos indígenas modernos estudiados por Turner (aunque su muestra no incluyó los grupos de Patagonia y Tierra del Fuego). A propósito, Martha Mirazon Lahr y Robert Foley (1994) determinaron que cráneos humanos holocénicos de Patagonia y Tierra del Fuego, no presentan rasgos sinodontes. Por lo tanto, si las poblaciones del extremo austral americano representan los descendientes de los primeros colonos, América habría sido poblada mucho antes que el 12.000 A.P. por grupos sondadontes. Con respecto al patrón dentario sinodonte que poseen algunos aborígenes americanos, su presencia puede deberse a una migración de sinodontes desde el nordeste de Asia, o a que el modelo sinodonte haya evolucionado en forma paralela en América.

La evidencia paleobiológica

            Los más antiguos restos humanos hallados en América, no sólo son muy escasos sino que no superan los 12.000 años de antigüedad. Sus características morfológicas craneanas demuestran que son anatómicamente modernos, pero -en comparación con los indígenas americanos y los nativos del nordeste de Asia recientes o actuales- el cráneo es más largo y angosto (dolicocéfalo) y la cara más corta y angosta (ver Figura 3), pareciéndose más a las poblaciones actuales del sudeste de Asia y sudeste del Pacífico (Neves y Pucciarelli 1991). Tanto los materiales humanos antiguos como los grupos recientes o actuales de América y Asia presentan una cara más ancha que el resto de las poblaciones. Steele y Powell sostienen que las caras más anchas y grandes de los grupos del Holoceno tardío en Asia y América, representan un modelo de evolución tardío y genéticamente diferenciado que se desarrolló desde las poblaciones tempranas de cráneos alargados y rostro angosto, o las desplazó al ingresar a América.

            Estudios recientes de Walther Neves y Héctor Pucciarelli (1998) indican que nuestro continente habría sido poblado por grupos no mongoloides y sugieren la existencia de un sustrato biológico humano del que se habrían diversificado otros grupos por adaptación biológica y cultural a los distintos ambientes. Para que los mecanismos de diferenciación biológica hayan podido actuar y para explicar la diversidad biocultural americana, se necesita mucho más tiempo que los 12 mil años que según Martin y Turner tiene el poblamiento de América.

            Otra vía de abordaje son los análisis de ADN mitocondrial, que es el que se transmite únicamente por línea materna. Mirazon Lahr y Foley (1994) proponen que los hombres modernos evolucionaron en Africa y que hace 100 mil años, a raíz de que se habría producido un fénomeno de “cuello de botella” (situación de peligro de extinción), se habrían visto obligados a dispersarse. Estos grupos habrían permanecido relativamente aislados entre sí durante miles de años, diferenciándose genéticamente. Entre el 70.000 A.P. y el 40.000 A.P. aquellos robustos Homo sapiens sapiens habrían emigrado fuera de Africa por causa de una expansión demográfica. Los primeros grupos habrían colonizado Australia y el sudeste de Asia. Otros, se habrían dirigido a Europa donde se encontraron con los hombres de Neanderthal, a los cuales terminaron desplazando, destruyendo o absorbiendo por mestizaje. En la plataforma de Sonda habría evolucionado el modelo sondadonte. Entre el 40.000 A.P. y el 15.000 A.P., algunas poblaciones sondadontes se habrían dispersado hacia el nordeste de Asia y hacia Japón, es decir que, como se destacó antes, entre el 35.000 A.P. y el 20.000 A.P. ya había humanos modernos en las cercanías del estrecho de Bering.

Estudios de ADN mitocondrial y también del ADN nuclear, que es el transmitido por vía paterna, realizados en la Universidad de La Plata por Néstor Bianchi (1998), indican que los nativos americanos comparten un ancestro común y demandan una antigüedad de por lo menos 20 a 25 mil años para el primer ingreso del hombre al continente.

Por el momento, se han distinguido cuatro haplotipos o entidades genéticas de ADN mitocondrial, que serían los linajes fundadores: A, B, C, y D, aunque algunos defienden la existencia de un quinto. Algunos autores sostienen que esos grupos provienen de un ancestro común y se habrían diversificado entre 40.000 y 25.000 años atrás en Asia; otros dicen que esa fecha es más tardía (entre 20.000 y 15.000 AP). Una vez ingresados a América, se habrían divesificado rápidamente (ver Politis et al. 2009, cap. 6). De acuerdo con el mapeo actual de estos linajes, su distribución es:

Grupo A: más frecuente entre esquimales, aleutinanos, nadenes y grupos del norte de América.
Grupo B: en la costa del Pacífico, y también en el extremo sur de Patagonia.
Grupo C: en varias partes de América, al sur de USA, también en Patagonia.
Grupo D: entre los Aleutianos, esquimales y en Patagonia central y norte.


Sin embargo, recientes análisis de ADN mitocondrial efectuados a las muestras humanas más antiguas de América del norte, revelan que algunos genes aparecen entre poblaciones modernas de Europa y Asia Central y no existen entre poblaciones modernas de Siberia. Esto indicaría que, o los hombres que los tenían murieron en Siberia después de la migración a América, o que la idea de Stanford de un movimiento migratorio directo desde Europa podría tener cierto soporte genético (Parfit 2000).



SÍNTESIS

            Si bien en América aún no han aparecido evidencias arqueológicas y paleoantropológicas confiables anteriores a los 13.000 años A.P., estudios paleoambientales, bioantropológicos y genéticos indican que el poblamiento americano fue posiblemente muy antiguo. Algunos postulan que eso pudo haber ocurrido hace 25-20 mil años, otros, más arriesgados, sostienen que fue anterior al 35.000 A.P. Esto significa que los primeros pobladores no eran mongoloides sino sondadontes. La dispersión humana en el continente, el aislamiento de poblaciones y las adaptaciones a los múltiples ambientes que ofrecía y ofrece América, habría propiciado una amplia diversificación biológica y cultural. Aún falta determinar si las poblaciones esquimales del extremo septentrional americano provienen de grupos mongoloides asiáticos que ingresaron hace 12 mil años o de una evolución paralela del mongoloidismo en América. Si se comprueba que es el primer caso, los esquimales corresponderían a la segunda y última oleada de poblamiento antes de que los europeos irrumpieran en el escenario americano, 11 mil años después.
           
BIBLIOGRAFIA DE CONSULTA GENERAL

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MELTZER, D. 1993. Pleistocene Peopling of the Americas. Evolutionary Anthropology 1 (5): 157-170, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
MIRAZON LAHR, M. y R. FOLEY. 1994. Multiple Dispersals and Modern Human Origins. Evolutionary Anthropology 3 (2): 48-61, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
PARFIT, M. 2000. La búsqueda de los primeros americanos. National Geographic 7 (6), diciembre de 2000, pp. 40-67.
POLITIS, G., L. PRATES y S.I PÉREZ. 2009. El poblamiento de América. Arqueología y bio-antropología de los primeros americanos. Eudeba, Colección Ciencia Joven 35. Caps. 1 a 5.
STEELE, G. y J. POWELL. 1993. Paleobiology of the First Americans. Evolutionary Anthropology 2 (4): 138-147, editada por J. Fleagle, State University of New York at Stony Brook.
STRAUS, L.G., B.V. ERIKSEN, J.M. ERLANDSON y D. YESNER (Eds.). 1996. Humans at the End of the Ice Age. Plenum Press, New York 6 London.
TURNER, C. 1989. Dientes y prehistoria en Asia y América. Investigación y Ciencia 151: 76-84, Barcelona.

  1.  Se denomina así a los representantes de la especie humana actual, llamados también “humanos modernos”, quienes habrían aparecido por primera vez en nuestro planeta hace unos 100 mil años en Africa, desde donde emigraron y poblaron el resto de los continentes (Mirazon Lahr y Foley 1994). Hubo otra especie humana, el Homo sapiens neanderthalensis, que surgió hace unos 300 mil años y se extinguió –aparentemente por competencia entre especies- luego de la aparición de los humanos modernos. 
  2.  Se denomina Holoceno al período que comenzó hace unos diez mil años y que se caracteriza por condiciones ambientales más áridas y cálidas que el Pleistoceno.  Algunos científicos consideran que corresponde a una era diferente, mientras otros sostienen que en realidad se trata de un período interglaciar.